Friday, October 19, 2007

Una familia turca estrangula a su hija

La fallecida, de 14 años, es la última de las 70 víctimas de este tipo que se registran en el país


Era sólo una niña. Tenía 14 años. Hoy está muerta. En Turquía la edad no importa. Menos si se es mujer. Nuran Halitogullari fue, primero, víctima de una violación. Después, de estrangulamiento. Su padre, en consejo familiar, decidió que una hija violada era un deshonra que había que ocultar. Lo organizó todo. Él y su hijo ¬hermano de la fallecida¬ enrollaron un cable eléctrico alrededor del cuello de la joven y apretaron hasta ver que se quedaba sin respiración. Luego, la enterraron ¿Motivo? Limpiar el honor.

P. O. Estambúl - Tenía 14 años. Está muerta. No fue víctima de un accidente. Su padre y su hermano la estrangularon con un cable eléctrico. ¿Su delito? Haber sido violada por un extraño. Nuran Halllitogullari salió de su casa, en un barrio de Estambúl, en dirección al supermercardo. Un hombre se cruzó en su camino. La secuestró y la mantuvo durante cuatro días retenida. La violó y la sometió a todo tipo de vejaciones sexuales. Cuando consiguió escapar, llegar a casa y contarle a sus padres lo sucedido, no encontró ni un abrazo ni una palabra comprensiva. El hecho de haber sido violada significaba muerte.
Nuran estaba condenada. En Turquía (con el 92% musulmana), como en Jordania (mayoría musulmana), Irán (con el islam como religión de estado)... el honor de la familia está por encima de cualquier cosa. Y así fue. El padre de la niña de 14 años decidió, en consejo familiar, que la joven Nuran era una deshonra y por ello debía morir. Lo organizó todo con su hijo, hermano de la fallecida, y llevaron a cabo el asesinato. Cogieron un cable eléctrico, lo enrollaron alrededor del cuello de la joven y apretaron hasta cerciorarse de que no respiraba. Una vez perpetrado el «crimen de honor», cogieron el cadáver, lo trasladaron hasta un bosque cercano y lo enterraron.
La desaparición de la joven podía levantar sospechas por lo la propia familia denunció a la Policía que la niña llevaba varios días sin aparecer. La planificación y la sangre fría no sirvieron de nada. Alguien dio el soplo y las detenciones se sucedieron. El padre, el hermano y otros 12 implicados ya han pasado a disposición judicial y han confesado el crimen. Han declarado, además, que pretendían matar al violador, pero que no pudieron debido a las medidas de seguridad de las que estaba provisto.
La historia se repite. Nuran, la niña que no cumplirá 15 años, es la última víctima de un crimen que es habitual en Turquía. Según el «Turkey Post», alrededor de setenta mujeres mueren al año por este tipo de ajusticiamiento. Uno de los casos que sacudió a la opinión pública ocurrió el pasado febrero cuando dos hombres entraron en un hospital y acribillaron a balazos a su hermana. Vengaban, de esta manera, el honor de la familia que había sido ensuciado porque la mujer había tenido un hijo fuera del matrimonio. Reuters 2004-04-29 LR.ESP.


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